En una de esas tardes mustias, cuando la lluvia empapaba la tierra sedienta, la seducía y la fecundaba... En una de esas tardes grises, que mi alma inquieta, amenazaba correr al húmedo bosque de los recuerdos… En una de esas tardes memoriales, que me encontraba suspendido entre el pasado y el presente, entre el mundo de lo que fue y lo es, me puse a navegar por los enmarañados caminos de las palabras....y en uno de tantos libros me tope con esta frase:
“La vida no es esperar que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia....”.
Dando un golpe en mi mente sabiendo que ¡Es verdad! A la vida hay que enfrentarla para conocerla. Hay que asumirla para amarla. Hay reconciliarse con ella para perdonarla. Hay que aceptarla tal cual es, tal cual viene, para modificarla…, para transformarla. No hay que evadirla ni disimularla. No hay que esquivarla, ni ignorarla. A la vida, como dice una buena amiga: ¡A la vida, hay que vivirla, pero hay que vivirla con pasión, si no, mejor no vivirla!
Eso es! ¡Vivir con sentido! Sin dejar que la tormenta, “los problemas”, nos mojen y empapen con su mala leche y, destruyan la ilusión, la paz, la alegría, la pasión por vivir. Hay que aprender a “Bailar bajo la lluvia”, a enfrentar, a desenmascarar, a solucionar las “tormentas” de nuestra vida. No hay que dejar que los oscuros problemas, por más indescifrables que fuesen, nos aplasten, nos invaliden y nos hagan capitular.